martes, 14 de mayo de 2013

La felicidad sobre ruedas


Diversión, Distracción, Fantasía, Cambio de moda, de comida, de amor y de paisaje son la mezcla necesaria para que nuestro cuerpo trascienda  la rutina. Muchos autores contemporáneos  sustentan el hecho que la felicidad del hombre no está en su casa. En uno de sus momentos más sombríos, Pascal dijo que toda la infelicidad del hombre nacía de una causa única; de su incapacidad de estarse quieto en una habitación. “Nuestra naturaleza está en el movimiento”, escribió. “La única cosa que nos consuela de nuestras miserias es la diversión”.

Desde sus inicios, la evolución pretendía hacernos viajeros. La prologada estadía en cavernas o castillos ha sido una circunstancia esporádica en la historia del hombre.  Somos viajeros de nacimiento, sino como explicamos nuestra enloquecida obsesión por el progreso tecnológico para acercarnos y posibilitar los viajes hasta la luna.

Los viajes ilustran, hacen ver cosas a veces evidentes, a veces no, sobre otras culturas, pero más importante sobre nosotros mismos, todo un cúmulo de aprendizaje.


Los pueblos primitivos en los rincones olvidados de la tierra comprenden mejor que nosotros esta simple realidad de nuestra naturaleza. Viven en perpetuo movimiento. Los bebes de los cazadores Kalahari en Sudafrica nunca lloran, y se cuentan entre los bebes más felices del mundo.  Las madres nunca están quietas demasiado tiempo y los niños nunca se quedan solos hasta la edad de tres años. El balanceo del caminar de sus madres los hace felices. Si desde pequeños necesitamos movernos, ¿Por qué tendríamos que aquietarnos mas tarde?


El viaje debe ser una aventura.  Sin duda alguna pasamos demasiado tiempo en habitaciones cerradas, no puede sorprender entonces que una generación protegida del calor por el aire acondicionado, transportada en vehículos de un lugar a otro, sienta la necesidad de viajar.  Y aun cuando el bolsillo no ayude a la satisfacción de estos deseos, una simple caminata ecológica o una desviación de camino a contemplar el mar satisface todas sus exigencias espirituales.


                                        




miércoles, 6 de marzo de 2013

Un volcán de negros y blancos




Una van turística arriba con hombres de cabellos amarillos y pieles blanquecinas al lugar del que tanto les han hablado: un volcán inundado de lodo, de aparentes propiedades curativas. Paralelo a su arribo, familias de  Pueblo Nuevo que derivan su sustento atendiendo a los bañistas exclaman: “llegaron unos gringos”.

Niños de pies morenos corren hasta los turistas a bailar y tocar instrumentos improvisados, para invitarlos a que les regalen de lo que les sobra “para comprarle el vestido a la reina de las fiestas patronales”.


Es sábado de temporada baja en el Volcán del Totumo, aún así los turistas infaltables alegran con su llegada a los vecinos aledaños de Pueblo Nuevo, Galerazamba, y Loma Arena, quienes desde con masajes, ventas de cervezas y baños en la Ciénaga del Totumo, se ganan sus propinas.


Con sus frentes sublimadas de calor y una cerveza helada para contrarrestarla, los turistas suben animosos las escaleras empinadas que los conducirán hasta la cubierta. Cada metro de los 45 que contiene de altura el volcán, se divisa un atractivo paisaje propio de un inicio de película de Hollywood.


Sin pensarlo dos veces los bañistas se arrojan al lodo, con una densidad casi “espacial” que permite que sus brazos y piernas se contoneen a un ritmo relajante.  Poco a poco la mezcla de sulfatos, fosfatos, y magnesio se impregna en sus pieles deshaciendo su color blanco. 


Aprovechan y se embadurnan de barro por aquí y por allá, desafiando aquello que dicen de sus propiedades para curar  el acné, ulceras, reumatismo, artritis, hongos, etc.

Hombres, mujeres y niños uniformados de color gris, como monstruos acechantes de diversión, bajan para compartir la experiencia. Exceptuando el bailadito anti arrítmico de los turistas al sonar un vallenato, pasarían por otros aledaños más. Aunque no se pueda comprobar si se curan enfermedades, sin duda alguna este fenómeno natural tiene efectos relajantes y unificadores en sus bañistas.

Luego son conducidos por un guía al embalse de Totumo, importante recurso natural de agua dulce, donde se despojan del lodo y se asoman nuevamente rastros de su identidad.

Con manos tersas y sonrisas abstraídas de felicidad, se despiden de los lugareños, sabiendo que no les fue necesario comprar costosos tratamientos en sofisticados spas para vivir una experiencia donde las pieles se funden, las diferencias se acortan gracias a la Madre Tierra que les pertenece a todos.

Fotos: Juan José Londoño






Voces silenciadas

Ella todavía buscaba entre las personas reconocer su propia voz,
eran muchas del montón,
eran fuertes y sin dirección.

La llevaban a caminos contrariados,

mágicas ilusiones
y temibles pasiones.

Conservaban el pasado y entretenían su ahora,

como queriendo robar un pedazo de la historia.

Poco a poco cuando silenciaba sus pensamientos,

sentía que todo iba a buen ritmo.
Cada una de las voces era ahora un compás
con libre albedrío.

Liberadas, salían como mariposas,

extendiendo su aura sin moral
ni sofismos.

Se dispersaban sin zozobra,

entre faldas de mozas,
recordándole que una sola no es capaz
de componer una prosa.